En el sector social, casi todas las organizaciones enfrentan la misma tensión constante: grandes misiones con recursos pequeños. El resultado suele ser un péndulo entre la urgencia del día a día y la promesa de largo plazo. Campañas, proyectos y alianzas avanzan, pero el impacto real no siempre crece al mismo ritmo. En los últimos años, la investigación en el sector ha enfatizado que el problema no es la falta de inspiración, sino más bien la falta de ejecución estratégica y diseño de financiamiento: cómo traducir el propósito en resultados medibles sin agotar a los equipos ni sacrificar la integridad.
La paradoja de “hacer más con menos”
La brecha entre estrategia e impacto no es exclusiva del mundo corporativo. Los estudios muestran que entre el 60% y el 70% de las estrategias fallan en la ejecución, y el sector non-profit tiene su propia versión de esta brecha: metas elevadas, métricas vagas y esfuerzos fragmentados moldeados por la forma en que se financia el trabajo. Pasar la misión del PowerPoint a la realidad requiere sistemas de priorización, medición y aprendizaje continuo.
Encima de esto se encuentra el “starvation cycle” (infrafinanciación crónica de costos indirectos como operaciones, talento y tecnología), que obliga a las non-profits a “hacer milagros” con presupuestos que solo cubren actividades de programa. Este ciclo —bien documentado por Bridgespan y otros— erosiona la capacidad, alimenta el burnout y limita la innovación. La solución no es recortar el “overhead” (gastos generales administrativos), sino financiar el costo real de producir impacto.
Del mito del overhead a una financiación más inteligente
Durante años, los donantes y evaluadores penalizaron a las organizaciones por tener “gastos administrativos altos”. Hoy, el consenso se está desplazando hacia evaluar resultados y salud organizacional, no solo ratios financieros. Iniciativas y publicaciones recientes desmantelan el “overhead myth” (mito del overhead) y argumentan que se debe poner el foco en la capacidad, el aprendizaje y los resultados verificables.
Al mismo tiempo, la Trust-Based Philanthropy (TBP, Filantropía Basada en la Confianza) está ganando tracción: financiamiento flexible y multianual; menos papeleo; transparencia; y aprendizaje compartido. Este enfoque libera a las non-profits para asignar el dinero donde más importa y, sobre todo, para iterar y mejorar.
Estrategias prácticas para multiplicar el impacto (sin perder el alma)
1. Foco radical en el valor público. Define con claridad el cambio que buscas (Theory of Change, ToC) y ten el valor de decir que no a proyectos que son “atractivos” pero periféricos. Menos frentes, más profundidad.
2. Métricas de impacto (no solo de actividad). Contar talleres o beneficiarios importa poco sin indicadores de resultados (por ejemplo, empleo conseguido, mejoras de salud, reducción de reincidencia). El cambio es de outputs (actividades o productos) a outcomes (resultados).
3. Innovación frugal y aprendizaje ágil. La lógica de Lean Impact —pensar en grande, empezar pequeño, probar y escalar lo que funciona— permite iterar con rigor incluso con presupuestos limitados. No se trata de experimentar por experimentar, sino de ciclos cortos de hipótesis-medición-ajuste.
4. Financiamiento alineado con el impacto. Negocia costos reales con los financiadores (incluyendo tecnología, datos y talento), asegura fondos flexibles y explora funder collaboratives (colaborativas de donantes) para abordar desafíos a gran escala.
5. Alianzas y plataformas. Multiplica el alcance a través de alianzas con empresas, gobiernos locales y otras organizaciones de la sociedad civil (OSC). Grandes convocatorias como 100&Change de MacArthur ilustran cómo los problemas sistémicos requieren propuestas audaces, coaliciones y evidencia sólida.
6) Cultura de cuidado y voluntariado de alto valor. Invertir en las personas (equipo y voluntariado) es estrategia, no un lujo. La retención de talento —y la capacidad de la organización para aprender— a menudo predice el impacto futuro mejor que cualquier KPI (Key Performance Indicator, indicador clave de desempeño) aislado.
Un caso en la práctica: “del proyecto interminable al impacto medible”
Una non-profit mediana enfocada en la empleabilidad juvenil había ofrecido durante mucho tiempo talleres populares, pero carecía de evidencia clara de inserción laboral sostenida. Dependía de subvenciones basadas en proyectos con límites estrictos al overhead, lo que impedía invertir en el seguimiento de datos, herramientas digitales y capacitación del personal.
El cambio llegó cuando la organización replanteó su estrategia y modelo de financiamiento: renegoció con dos donantes para obtener financiamiento flexible multianual que incluyera el costo real de medir resultados; se unió a una colaborativa de donantes para compartir infraestructura de datos; y simplificó su portafolio en dos áreas de foco (competencias digitales y mentoría corporativa). Aplicó ciclos de aprendizaje inspirados en Lean Impact: pilotos trimestrales con cohortes pequeñas, hipótesis explícitas (por ejemplo, “mentoría + práctica en empresa aumenta en un 30% las contrataciones a 6 meses”) y métricas de resultados (empleo a 6 y 12 meses).
En 12 meses, la non-profit redujo su número de proyectos de 14 a 6, aumentó 2,1× su tasa de inserción laboral a 6 meses y documentó mejoras en los salarios iniciales. La colaborativa también atrajo cofinanciamiento para una plataforma de datos compartida. La clave no fue “trabajar más”, sino trabajar con foco, con financiamiento coherente y con una cultura de aprendizaje que convirtió las reuniones en decisiones basadas en evidencia.
Conclusión: la estrategia no es un lujo corporativo
Para las non-profits, la estrategia no es un plan vistoso: es la capacidad de elegir, medir y aprender para sostener el impacto. Romper el mito del overhead, asegurar financiamiento flexible, medir resultados y colaborar a escala son palancas probadas para hacer más con menos sin perder propósito. Invertir en capacidades internas —personas, datos, procesos— no significa “gastar en administración”: significa invertir en impacto.
En Levare, ayudamos a diseñar portafolios enfocados, modelos de medición pragmáticos y acuerdos de financiamiento alineados con el impacto, para que las misiones no se queden en el papel —sino que se vean en la realidad.
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